Feliz Navidad para todo aquel que se conecte con este mensaje. Mi deseo para ustedes es que el Niño Jesús nazca cada día en sus corazones, guíe sus pasos y le acompañen en el propósito de ser más y mejor ser humano.

Quiero compartir con ustedes mi experiencia y aprendizaje de la Navidad 2017.
En 46 años de edad que tengo, esta es mi primera Navidad fuera de mi Venezuela, lejos de las mujeres que más amo (mi madre y hermana) y de mis familiares y amigos. Tenía dos opciones: vivir la nostalgia del migrante, o celebrar en agradecimiento de donde vengo y el ser humano que soy.
Para quienes no me conocen soy una mujer nacida en Venezuela (la puerta de entrada de América del Sur) con la dicha de tener como madre a Aura y de haber compartido vida con la hermana más fantástica que existe (ahora la madrina de mi hija, mi comadre pues). Amo mi tierra y sus tradiciones, su cultura, su folklore. Orgullosa de haber nacido en esta tierra, de mi familia y de todos aquellos que han formado parte de mi historia de vida (99% venezolanos). Aprecio de manera extraordinaria el silencio porque me permite conectarme con el fluir del universo y con mi espiritualidad. Sencilla pero con alto sentido de la observación y del aprecio.
Conociendo quien soy, decidí celebrar en agradecimiento de donde vengo y el ser humano que soy. Creo que mi esposo y su hija, cada uno por su lado, decidieron lo mismo. Así fue como la tradición de cada uno de nuestros hogares y familias tomó nuestros corazones para transformarse en nuestra muy sentida, tradicional y auténtica Navidad.
Desde el 20 de diciembre conformamos un equipo de trabajo con el propósito único de dar lo mejor de cada uno para hacer hermosa la navidad del otro (y la de nuestra Valentina). Por primera vez en mi vida hice un postre, desarrollamos una rápida y efectiva logística para preparar hallacas, combinamos 2 recetas de pan de jamón que encontramos en internet y preparamos nuestra ensalada de gallina.
Anoche al sentarnos a la mesa no quedó más que sentirnos satisfechos, orgullosos y agradecidos por haber diseñado y elaborado una cena navideña muy venezolana, cien por ciento hecha por nosotros mismos. Todo lo que comimos fue elaborado con nuestras manos y combinando las recetas de nuestras abuelas, madres, tías, familiares y amigos. En 4 días nos conectamos con todos, preguntamos recetas, investigamos en internet y transformamos la nostalgía y la resistencia al cambio, en el orgulloso triunfo de una familia en formación sobre el sentimiento de dolor que genera la separación física, cultural y emocional.
Entonces dimos gracias por lo que hemos aprendido, por lo que nos enseñaron en casa, por lo que somos capaces de hacer en equipo y sobretodo, dimos gracias por quienes somos, de donde venimos y los valores y principios que traemos de nuestras familias.
No era la Navidad a la que estabamos acostumbrados, probablemente tampoco era la que esperabamos, pero fue la mejor opción que pudimos crear. Al final el dolor de la nostalgia se convirtió en satisfacción, amor y mucha esperanza. El Niño Jesús nació en nuestros corazones y tuvo un lugar especial en nuestra mesa. Fuimos bendecidos con su presencia al igual que muchos otros venezolanos, migrantes y refugiados en el mundo.
Así la pasamos nosotros. Y tu ¿cómo la pasaste? ¿Qué aprendizaje tuviste esta Navidad?